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Cantos

Lágrimas

Lágrimas

Hay dos formas de llorar, con lágrimas, hacia fuera, esta es la más común, la que todos reconocen, pero no es la peor. También puedes llorar por dentro, no salen lágrimas de tus ojos, pero el sentimiento es el mismo, o peor, puesto que nadie lo ve, lloras sólo para ti. Yo siempre había llorada de esta segunda manera, pocas veces las lágrimas salían de mis ojos. Incluso cuando sonreía por dentro lloraba, y de tanto hacerlo se había convertido en un rasgo más de mi persona. Siempre lloraba por dentro, me costaba diferenciar la felicidad de la tristeza, porque en el fondo la tristeza nunca me abandonaba.  
    Y así está bien, todo el mundo está bien, nadie se daba cuenta, no tienen que intentar consolarte, ni animarte; aparentemente todo es de color de rosa. Pero yo creo que dentro tenemos un depósito para la tristeza, si no lo vacías, si no sacas la mierda que te come por dentro, un día se llena, rebosa, ya no le cabe ni una pizca más de dolor, y empiezas a llorar, tus ojos se convierten en dos grandes surtidores, lloras todo el rato, lloras por todo. Es como abrir la caja de Pandora, y eso es exactamente lo que me ha pasado a mí. 
    Pasas de ser una persona normal, aparentemente feliz, a ser una especie de fantasma, todo el día lo pasas luchando con la tristeza y el dolor, que poco a poco te van comiendo por dentro. Desde fuera lo que los demás ven, es que te has convertido en un estorbo, ya no eres una persona divertida, ahora estás triste, y claro ya no eres su paño de lágrimas, buscas los hombros de esas personas que una y mil veces mojaron el tuyo, pero no los encuentras, de repente te das cuenta de una terrible verdad, estas sola, todas esas personas que llenaban tu vida de ruido eran sólo eso, ruido. Ahora que los necesitas cierran sus puertas, pocos quedan a tu lado, esos que pasaban por tu lado susurrando, algunos ni siquiera los tenías en tu lista de amigos, y se convierten en tus únicos apoyos, estos y alguno de tus amigos, bueno tus únicos amigos, el resto realmente nunca estuvieron allí.
    La soledad se convierte en tu única aliada, ella te arropa, te protege de las miradas curiosas, mientras tus ojos lloran mares de penas, que ya ni siquiera sabes de donde vienen, algunas estaban tan al fondo, tan dentro de ti, que sólo puedes sentir el dolor en tu piel, sin saber siquiera el motivo. Lloras a todas horas, muchas veces sin saber el por qué, y dentro notas que el vacío es cada vez mayor, porque el dolor sale por los ojos, por la boca, pero esto no es un alivio, no, porque ahora te quedas vacía. Siempre habías estado llena de algo, el dolor te había acompañado, ¿y ahora qué? Te preguntas que es mejor si sentir dolor, o no sentir. Te das cuenta que te estas convirtiendo en algo hueco, te asusta sentirte tan vacía, nadie lo entiende, nadie comprende como notas que por dentro cada vez queda menos.  
    El tiempo pasa, el tiempo que lo cura todo, o eso te habían dicho, pero pasan días y meses, y el dolor no desaparece, sólo se convierte en vacío, y tu que habías depositado tus esperanzas en el tiempo, esperabas que fuera tu salvador, que su paso te devolvería a la vida, porque hace tiempo que sientes que no vives, que estas en una especie de pausa, porque la energía y la ilusión se diluyeron entre las aguas saladas, porque todo lo que haces es un esfuerzo, porque tu cuerpo y tu alma te piden que te metas en la cama, que te tapes con tus sábanas y no salgas de tu refugio, porque tienes miedo a todo, y salir a la calle, ir a clase, son retos que superas cada día, porque cada vez que te levantas, y desde el momento que sales del calor de tus sábanas, todo se convierte en una lucha entre tus miedos y tu vida.

Los que aún están, esos santos que no se han ido, aunque tu ya no seas lo que eras, aunque ahora seas un ser gris y triste, que ya no tiene nada que ofrecerles. Ellos te dicen que tienes que superarlo, que con un poco de voluntad lo conseguirás, lo que no saben es que ya ocupas tu voluntad en levantarte, en ducharte, en sonreír de vez en cuando, si supieran cuanto te duele sonreír ahora, si supieran cuanto cuesta ocultar que ya no quedan ganas de vivir.

A veces cuando estás sola, sentada cierras los ojos, y te imaginas una vida distinta, donde tu eres lo que realmente quieres, eres más alta, más guapa, más inteligente, simplemente no eres ese ser inútil que te sientes, y tu vida está llena de ruido, todo a tu alrededor es ruido, y vida, y felicidad, y gente…. Pero abres los ojos y te ves, otra vez caes a la realidad, atrapada en tu propia inutilidad.

1 comentario

F. -

No sé que decirte. Tal como lo cuentas no hay mucho espacio para la esperanza, sea lo que sea eso. Tienes que crearte un mundo paralelo, si no estarás perdida.